arte de Miyazaki

domingo, 14 de febrero de 2016

El extraño (Parte 1ª)

Siempre me encuentro frente a una pantalla. Cuando me despierto miro el móvil, desayuno viendo la televisión, leo con mi ipad, escucho música con mi ipod, y cuando voy a dormir lo hago en el sofá, viendo algún programa. Nunca duermo en mi habitación puesto que no tengo allí un televisor. Parece que todo lo que me rodea tiene que ver con esa atracción a la tecnología, pero creo que lo que realmente me gusta de todas esas cosas es que me ayudan a conectar con las personas. Al final lo único que necesito es no sentirme solo y ver y escuchar las voces de la gente, verme rodeado de ellas mientras duermo, aunque en ese momento es cuando menos necesario resulta. Estar solo es normal en mí, lo extraño es que tengo amigos, personas que realmente me importan, y que no cubren el vacío. En determinados momentos uno puede sentirse solo pero... no estar vacío. Volver después de pasártelo en grande con los compañeros a casa y lamentarte porque no tienes nada ni a nadie es frustrante, sumamente.
 Esa fue mi reflexión durante unos días que se me antojaban muy lentos. En una semana llegué a recavar en toda mi vida con detalle, y me dio tiempo a analizarla; era sencilla y plana, es la conclusión a la que llegué. Me conformé con lo que tenía.
Esos días simplemente me limité a buscar cosas y leer artículos en Internet hasta que hallé algo interesante; se trataba de una historia, una triste y amarga, que era como yo me sentía en ese momento. Llegué a odiar al que la había escrito, pero todos hemos leído alguna vez una historia tan sumamente triste que es hasta bonita. Yo me identificaba con ella. No tuve reparo en escribir a la persona que lo había hecho y que resultó ser alguien amable, inteligente y simpático. Todavía no sabía mucho de él, pero por cómo hablaba parecía alguien maduro, unos años mayor que yo. En su avatar había puesto la foto de un conejo comiéndose una zanahoria, era lo único que no encajaba con su personalidad. Pronto nos hicimos amigos, y resultó extraño porque el vacío comenzó a disminuir. Poco a poco me estaba ganando, y yo, con él, ganaba otra batalla. Iba a estudiar y volvía corriendo, deseando hablar con él. Por fin sentía algo de calor en mis venas y ¡literalmente! Antes siempre había necesitado guantes pero ahora la temperatura de mis manos me permitía mover los dedos con facilidad sin necesidad de complementos, aunque probablemente se debía a la corrida que hacía desde la escuela a casa.
Me enseñó de todo. Al principio mencionó ser profesor pero el tema cambió repentinamente en la conversación de modo que no insistí. Le preguntaba acerca de mis deberes de matemáticas, los de biología, los de filosofía, historia... parecía saberlo todo, era un prodigio. No sólo conversábamos acerca de mis deberes, sólo nos sirvió para romper el hielo al principio y conocernos a través de algo, nuestro auténtico motivo para hablar era la soledad, en eso éramos iguales, eso y que nos encantaban las novelas de ciencia ficción. Muchas veces me preguntaba acerca de alguna novia que hubiese tenido, pero yo enseguida lo negaba porque nunca me había interesado. Siempre era un tema que salía a coalición. Yo no le pregunté a él sobre sus relaciones, temía la respuesta; si decía que sí entonces todo acabaría, mi fantasía con él se perdería; ya nunca sería la persona perfecta a la que idolatraba, saber que que ese Dios de las alturas se había perdido debajo de una falda, más que decepcionarme, me descomponía, y él me odiaría, y yo me odiaría por pensar así. Una vez una de estas conversaciones tensó el ambiente. Él me preguntó:
-¿No piensas echarte nunca una novia? ¿No dices siempre que estás solo?
- Bueno, es verdad que antes lo estaba, pero no era algo que me interesara, ¿Cómo lo diría...? Me resulta agotador sólo pensarlo. Además, ahora te tengo a ti.
-Si va a cambiar algo para mejor es necesario intentarlo, y yo no cubriré todas tus necesidades. Además, habrá un momento en que yo no esté, y entonces ¿Qué vas a hacer?
-No creo que ese momento llegue, pero si llega...me lo pensaré. De todas formas, ¿Porqué todo el mundo tiene en la cabeza algo así? ¿Es tan malo no tener a alguien a quien querer? Yo no lo he experimentado personalmente pero leyendo parece algo complicado y problemático, ¿Qué necesidad hay de sentir amor por alguien?
-...¿No es acaso porque estás vivo?
No es que la respuesta me sorprendiera, él era así siempre,sin falta de razón; pero esta vez encontré un atisbo de deseo en sus palabras, no sabría cómo describirlo exactamente pero parecía como si él no pudiese experimentarlo y aun así lo anhelara con fuerza.
-Sí, supongo que estar vivo es bueno, después de todo es por lo que estamos aquí, hablando juntos y compartiendo opiniones.
No hubo respuesta. Los días siguientes fueron cayendo en intensidad. Ya no me respondía con naturalidad, todo parecía forzado. Intenté sacar un tema que le gustaba mucho, Nikola Tesla siempre le animaba a estudiar e investigar acerca de aparatos súper extraños con algún fin o muy tonto o demasiado ingenioso que luego me enseñaba y que verdaderamente me fascinaban. Pero nada surtió el efecto que esperaba. Se alejaba más y más y yo no podía hacer nada por evitarlo, y de nuevo acabaría solo, esta vez intentando ligar con alguna chica que seguramente no me satisfaría tanto como esas conversaciones, y todo porque él me lo había dicho. Me había enseñado tanto... sólo el imaginar que dejaría de descubrir el mundo que él representaba me ponía al borde del abismo. Sus teorías sobre la revolución francesa, las complicadas ideas que sacaba de Freud  y de un tal Zecharia Sitchin y sus famosos annunakis, el amasijo de libros que analizaba y que luego yo consultaba en la web para darme cuenta de que todo lo que decía tenía sentido... con él todo cobraba sentido. Que una persona tan inteligente existiera parecía un milagro, y haber dado con él otro mucho más aterrador.
Llegó el día que tanto temía, aunque en ese momento no me imaginaba lo que iba a ocurrir. Empezó hablándome despacio:
-Tengo algo que contarte, es una buena noticia aunque quizá no te guste mucho. Espero que no tenga que derribar tu puerta porque te haya dado algo del disgusto.
Me hizo feliz, después de una semana había comenzado a hablar como siempre lo había hecho, haciendo comentarios estúpidos que me hacían sonreír. Esa era la persona con la que había estado todo el año. Por otro lado me satisfizo bastante la idea de poder verlo en persona. Nunca me había interesado y por ello nunca había preguntado, o eso pensaba, todo lo que necesitaba me lo daba a través de la pantalla, pero sentí cómo picaba la curiosidad.
-Pareces de buen humor hoy. Cuéntame, seguro que no es para tanto.
-He conseguido un nuevo trabajo, uno que va a permitirme comprar una tarta con todas las velas necesarias para el día de mi cumpleaños.
-¡Vaya! ¡Eso sí que es una buena noticia! ¿Cuál es el problema entonces? ¿Tu jefe te obliga a ir a su despacho a hacerle un trabajo a cambio del puesto? Quizá te merezca la pena- le solté, riéndome por dentro y pensando en la buena ocurrencia que había tenido.
-No por dios, pero sí que tengo algo que sacrificar... Ya no voy a poder hablar más contigo, sé que te preguntarás cuál es ese trabajo que me quita tanto tiempo pero no es algo que pueda decir fácilmente, espero que lo entiendas.
No pude mirar más la pantalla. Como decía él, mi cabeza no paraba de hacer preguntas; ¿Porqué? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Acaso no éramos amigos? ¿Porqué tiene que dejarme por un trabajo? Es verdad que yo no soy tan inteligente ni sé tanto como él pero ¿Acaso no se había superado eso cuando seguimos hablando durante un año seguido?¿Se había aburrido de mí por fin? La única persona que me había dado algo desde hace muchos años me dejaba repentinamente y sin ninguna respuesta, todo se convertía en un caos. Comencé a sentir calor en la cara, la sangre se me había subido a la cabeza porque empezaba a llorar con fuerza.
-No te preocupes, sé que pronto encontrarás a alguien muy importante para ti y te olvidarás de mí, no tienes que estar triste, si yo lo digo es porque así será. Te sobran cualidades para lograrlo.
Las lágrimas seguían cayendo, me agarré el dorso de la manga y me las limpié como pude. Me estuve imaginando que ese día llegaría después de verlo tan distante conmigo, pero esperaba que sólo fuesen imaginaciones mías. Error, de otro modo me habría dado tiempo a prepararme. De repente no sabía desde cuándo alguien con quien no mantenía ningún tipo de contacto físico había calado tan profundamente en mí. Amigos míos con quienes sí me veía desde hacía mucho tiempo no tenían ese tipo de influencia o atracción. Era estúpido ¿Desde cuándo me había yo unido tanto a esta persona? ¡A una persona virtual, nada menos! Vi cómo las lágrimas volvían a correr y caer sobre las teclas del ordenador. Veía todo borroso y no sabía si era por las lágrimas o el aluvión de sentimientos.
-Espero que te sirva más que para comprarte una tarta con cincuenta velas en tu cumpleaños.
Es lo único que pude contestar, y me arrepentí, habiendo contestado eso él me respondería divertido algo como "¡Me has echado años de más!" o "¿Acaso te parece que soy tu abuel.o?", y no estaba de humor para eso, de modo que desenganché el ordenador de la electricidad y le di una patada a la torre, dejando un poco abollado el metal. Para cuando me compraron otro ya había pasado más de una semana y no tenía forma de contactar con él. Esa no había sido mi intención cuando golpeé el aparato pero por otro lado era mejor así; no quería encender la computadora, hablarle y ver que él no contestaba.
Pasaron días, semanas, meses, pasaron dos años. En ese tiempo yo había conocido a una chica, todavía no me había olvidado de él puesto que seguí su consejo sobre encontrar a alguien que me hiciese sentir algo especial. Era guapa, un poco tímida al principio. Comenzó a acercarse a mí, eso es lo primero que me gustó de ella, su valentía. Pronto comenzamos a salir y empecé a desearla fuertemente, tanto que había derretido algo de ese sentimiento de soledad por mí, por eso incluso comencé a amarla.
Varios años después, casado y con dos hijos asistí a una reunión de trabajo en la sede de nuestra revista (me había empeñado en estudiar periodismo porque deseaba seguir aprendiendo cosas nuevas cada día, aunque el trabajo no resultó ser exactamente como yo esperaba. Supongo que todos ponemos demasiadas expectativas en lo que no conocemos). Allí un compañero de trabajo me invitó a una cena para celebrar las fiestas de navidad que se acercaban. Todos los años reunían a los  novatos y les gastaban una broma, la última vez les pusieron en la cerveza una guindilla, lo que no les hizo tanta gracia a los que estaban sentados en frente.
El compañero que me había mencionado lo de la fiesta y yo éramos prácticamente los únicos que estábamos sobrios de modo que de forma natural nos juntamos para hablar entre nosotros.
-Vaya unos blandengues -dijo. -Se beben tres cervezas y no pueden levantarse del asiento sin tropezarse con una camarera.
En esto que uno de nuestros amigos se levanta del banco de madera y se dispone a andar hasta la puerta del baño dando trompicones, cuando una camarera con una bandeja aparece por su izquierda y chocan abrupta-mente, tirando las bebidas que se disponía a servir y derramando el contenido por el suelo.
Por un momento nos miramos sorprendidos y comenzamos a reír. Asustaba la casualidad en que había acabado todo. Cuando volví la mirada hacia él, se disponía a decir algo:
-Madre mía, ¡que casualidad!! ¿Crees que podrían pagarme por esto? Por convertirme en un mago y adivinar el futuro...
-Si lo único que predices son las desgracias no creo que te paguen mucho.
Nos reímos de nuevo. Hacía tiempo que no quedaba con mis amigos del trabajo y comenzaba a extrañar una salida de esas.
-Esto me ha recordado a un tiempo en que estuve hablando con alguien que parecía saberlo todo. Era extraño, no sabía nada de él pero para mí era indispensable -Me dijo.
-¿En serio? ¿Es posible fiarse de alguien a quien no conoces de nada?
-Pues no lo creía, pero él me demostró que sí -se paró a pensar un poco y miró al techo, como intentando recordar- en realidad sólo hablábamos por chat en internet. Sé que es raro pero ni siquiera sé como era su cara, ni sé su nombre. Solo sé que gracias a él he conseguido un buen trabajo, me enseñó mucho, más de lo que podré agradecerle en mi vida.
De repente se movió algo en mi cabeza, escuché como una rueda de relojería comenzaba a moverse dentro de mí. Recordé aquellos días felices, todo el año que había estado hablando con un extraño por chat, que me había marcado y del que había aprendido casi todo lo que sé hasta la fecha, o al menos, los aspectos más esenciales de mi vida, que habían cobrado forma gracias a él ¿Era posible estar refiriéndonos a la misma persona?
-Espera- soné algo agitado, aunque tampoco supe porqué. En aquel momento no había acabado de recordar todo lo que pasó -¿Esa persona cuánto tiempo estuvo hablando contigo?
-Pues como un año, ¿Porqué?
-¿De qué hablabais?
Se lo pensó antes de responder, hizo tiempo dándole un sorbo a su cerveza, sin imaginarse lo nervioso que estaba por dentro:
-Pues me ayudaba a hacer los deberes que me mandaban, pero más que nada me enseñó a pensar por mí mismo, y cómo desarrollar mis habilidades. Esa cosas que no te enseñan en la escuela ¿Sabes? Tú me entiendes. Me decía cosas increíbles acerca de matemáticos y filósofos, bueno, y de ciencias naturales ya ni te cuento. Era un libro infinito, todos los días aprendía algo nuevo y me lo mostraba. Fue una pena cuando consiguió ese trabajo, no pudimos hablar más porque ocupaba todo su tiempo. En realidad no puedo pensar mal de él, me sentó como un tiro que me dejase tirado pero...
Mi compañero siguió hablando pero yo ya no le escuchaba, suponía lo que diría después, yo había vivido lo mismo. Empezó a darme vueltas la cabeza también gracias a las cervezas que me había tomado. Sentí algo en el hombro derecho y me giré. Mi compañero estaba inclinado sobre mí preguntándome si estaba bien y oscultándome el pulso en el cuello. Sólo pude pensar en otra cosa para asegurarme de que se trataba de la misma persona:
-¿Qué avatar tenía?
-¿Qué avatar...a qué te refieres? -Suspiré impaciente <<¿Se había vuelto tonto en un minuto o siempre había sido así?>>
-Me refiero a su foto de perfil ¡¿ Qué foto había en su cuenta de chat?!
-Ah pues creo que era un animal, no me acuerdo muy bien pero estoy seguro de que era un animal pequeño...una cobaya o un conejo, algo así.
-¿Tenía algo en la mano? ¿Una zanahoria u otra cosa? ¿De qué color era?
-No...no me acuerdo, ¿Pero a qué viene este interrogatorio? ¿ Lo conocías?- Me miró muy curioso y desconcertado a la vez pero no me salió contestarle. Uno de los compañeros sentados en la mesa frente a nosotros se nos acercó viendo que algo ocurría, y enseguida preguntó a mi amigo, al que no le dio tiempo a contestar, les dije que me tenía que ir y pagué las bebidas. Algunos se quedaron un poco perplejos cuando me vieron salir apresurado, pero otros estaban tan borrachos que ni se fijaron.
No paraba de preguntarme qué clase de juego del destino era todo aquello. ¿Acaso no había sido yo su único "alumno", el único con el que había compartido todas aquellas cosas? ¿Con cuántas personas más había hecho lo mismo? ¿No era yo el único al que había salvado de la soledad? Me sentí estúpido, pero más que nada impotente, no podía hacer nada y no sabía a dónde iba. Tantos años no me permitirían dar con él de nuevo. Que alguien más lo conociese de hace tiempo no significaba que pudiera encontrarlo ahora, ni tampoco que cobrase mayor importancia que hacía unas horas.